Estimado señor Ministro de Relaciones Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España,
En las últimas semanas he seguido con interés sus posiciones sobre el proceso electoral nicaragüense. Entiendo que es una cuestión de máxima prioridad para usted y la cartera que dirige, hasta el punto que ha pedido que la Unión Europea tenga una posición común sobre el asunto y fijado una reunión de máximo nivel en Luxemburgo. Con todo respeto, me permito indicarle que las críticas realizadas, tras este encuentro, hacia un gobierno legítimo y un pueblo soberano, son injustas y no se corresponden con la realidad. No me gustaría pensar que usted se suma a la campaña internacional de manipulación informativa y a los ataques a la soberanía del pueblo nicaragüense orquestada desde los EE,UU a través de sus filiales y conglomerados mediáticos. Recibo con preocupación sus declaraciones y me gustaría que concretara que significa que está considerando «distintas acciones que se puedan tomar, según vayan avanzando los acontecimientos». Ya es una barbaridad que la Unión Europea haya prorrogado recientemente su régimen de sanciones contra Nicaragua, aprobadas en 2019, como para plantear nuevas medidas.
En abril de 2018, usted no era ministro, aunque el actual Gobierno tomó posesión poco después y el Ejecutivo, lejos de distanciarse de la política injerencista de los mandatarios anteriores o impulsar una iniciativa similar a la que ha realizado ahora con sus homólogos europeos para mostrar la preocupación y condena al intento, afortunadamente fallido, de golpe de estado por parte de grupos organizados por EEUU, empresarios corruptos y terroristas, mantuvo la misma línea que el Partido Popular. Es más, parece de sentido común democrático que si hay que posicionarse en los asuntos internos de un país sea a favor de la voluntad del pueblo. O al contrario, es difícil de entender que usted comparta análisis con proyectos derechistas que le precedieron.
Las consecuencias de ese atentado antidemocrático fueron demoledoras, terribles: 298 víctimas mortales, 205 millones de dólares en pérdidas del sector público, 231 millones de dólares en pérdidas del sector turístico, 525 millones en pérdidas en el sector del transporte, 7 mil millones de córdobas en reducción del presupuesto general de la República y supresión de 119.567 empleos. Entiendo que, en este escenario, no ha debido ser fácil para el Gobierno que preside Daniel Ortega y Rosario Murillo garantizar, a día de hoy, el acceso universal y gratuito a la sanidad y la educación. El país cuenta con 21 nuevos hospitales, la mejor red de carreteras de Centroamérica, ha reducido en 24 puntos la pobreza y en 14 la extrema pobreza, el 98% de la población tiene acceso a la energía eléctrica y el país progresa a pasos agigantados en soberanía alimentaria; por citar sólo algunos ejemplos de los avances en derechos. Y así lo reconoce el pueblo nicaragüense, que preguntado por la situación respecto a hace 14 años un 80% asegura que se ha progresado y alrededor del 70% tiene claro que en los próximos 5 años habrá progreso económico y estabilidad.
En los últimos tiempos, Nicaragua sufre un nuevo ataque a su soberanía, amenazas de sanciones y una fuerte campaña de manipulación mediática que pretenden desestabilizar al país y en esta estrategia, señor ministro, España no puede estar, al contrario, debería contrarestarla. Nuestro país no puede ser cómplice de ninguna injerencia en los asuntos internos de otras naciones, pero mucho menos de países latinoaméricanos con los que tenemos una deuda histórica.
Para su tranquilidad, le indico que en estos momentos me encuentro en Managua y la reconciliación nacional es un hecho, existe un clima de tranquilidad, convivencia y libertad en las calles. Tanto es así, que una reciente encuesta realizada por una consultora independiente refleja que el 77,7% de los nicaragüenses considera que en el país se respetan los derechos fundamentales, el 77,4 % piensa que se garantiza el deber y derecho ciudadano a elegir mediante voto a las autoridades del país y en porcentajes similares se sitúa la posición relativa a derechos humanos, libertad de religión, libertad de expresión e informativa, etc. En cada esquina de cada calle es fácil encontrar una tertulia dialéctica con partidarios de distintas propuestas políticas visualizando con los dedos la casilla que marcará el próximo domingo, una verdadera muestra de lo que será la participación en esta fiesta de la democracia. Así pues, es incuestionable que un nicaragüense, una nicaragüense puede pensar, decir y hacer lo que considere, siempre y cuando se respete el marco jurídico del país.
Este pueblo afronta una contienda electoral en paz, desde las diferencias políticas, desde la diversidad partidaria y la igualdad social, desde la unidad de una sociedad que quiere seguir avanzando. No en vano, independientemente de lo que cada hombre o mujer vote el próximo domingo o ejerza su derecho a no hacerlo, el conjunto de la población está de acuerdo en que su soberanía es inquebrantable y que ningún país del mundo debe considerar una política injerencista contra ella. Es el pueblo el que elige a su gobierno y decide quiénes son las personas más capacitadas para mejorar su calidad de vida y defender sus intereses, y en Nicaragua la mayoría social tiene muy claro que sólo el pueblo defiende al pueblo y así lo muestra, hasta la fecha, en su simpatía política partidaria hacia el Frente Sandinista de Liberación Nacional.
En estos días de acompañamiento electoral le puedo asegurar que, con lo visto hasta el momento, el proceso cumple con todas las garantías democráticas y que estamos ante unos comicios libres y transparentes, el sistema electoral en Nicaragua es sólido. Le solicito respetuosamente que deje de interferir en estas elecciones que la población, de forma muy mayoritaria, espera con ilusión y acepte los resultados que emanen de ella, de eso trata la democracia. No es permitible que este pueblo y su gobierno sean silenciados, las y los nicaragüenses, por lo que he podido conocer, no aceptarán jamás tutelajes, ni interferencias, ni injerencias de gobiernos extranjeros o de monopolios mediáticos. El tiempo del colonialismo ya pasó y Nicaragua se mantendrá como país libre y soberano a pesar de los ataques constantes contra este digno pueblo.
Reciba un atento saludo.
Ismael Sánchez Castillo
Diputado del Parlamento de Andalucía (España)