Doñana se ha visto sometida históricamente al asedio de la agricultura intensiva, se han ocupado sin control miles de hectáreas, secado arroyos y contaminado acuíferos.
La Junta no ha ejecutado las medidas contempladas en el Plan Especial de la Corona Forestal de Doñana, no ha eliminado ni una sola hectárea de invernadero ilegal y ahora pretende aministiar a quienes roban el agua. Las consecuencias son peligrosas, lo intento explicar en esta intervención.