Con el corazón encendido y la memoria vibrante, alzan sus voces las calles de Cuba marcando el inicio del centenario del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.
Aquel líder que nació un 13 de agosto de 1926, cumple ahora 99 años y su figura continúa encendiendo la esperanza y el debate en un pueblo que no olvidará jamás sus huellas.
En la isla, el comienzo del centenario se vive como una jornada de pueblo. Así lo expresa el Programa Conmemorativo aprobado en el X Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC): una auténtica celebración colectiva que busca “potenciar el estudio e investigación de su pensamiento y obra, así como la promoción de sus convicciones e ideales”. Se prevén acciones en todos los ámbitos de la vida: desde comunidades y centros educativos hasta espacios laborales, universidad y barrio, conmemorando desde la base la impronta del eterno líder.
Este año académico 2025‑2026 cobra un significado especial en la mayor de Las Antillas: estará dedicado a honrar el centenario del líder histórico de la Revolución Cubana a través del fortalecimiento del trabajo ideológico, la enseñanza de la historia y la colaboración con las familias en la formación de ciudadanos comprometidos. Es un tributo que integra la memoria con el presente y el futuro, construyendo puentes entre sus ideas y la generación que hoy crece.
Desde Cuba emerge un espíritu de reafirmación: “No dejaremos morir a Fidel en el año de su centenario”, subrayando cómo el líder proporcionó herramientas “para comprender las injusticias de este mundo y luchar por transformarlo”. Una luz que, más allá de su figura, se proyecta en aquellos que caminan alzando la bandera de la justicia social.
El periódico Granma sintetiza este espíritu con una imagen potente: “Entre sus premisas está reflejar el hondo sentimiento de gratitud del pueblo cubano hacia quien, con su pensamiento y accionar revolucionario, inculcó una manera de hacer que hoy constituye la esencia teórica y práctica de la Revolución”. No se trata solo de un recuerdo, sino de una impronta viva que palpita en cada escuela, fábrica y esquina de la isla.
La revolución vivida. Una memoria plural y apasionada.
Porque Fidel fue artífice de una revolución que transformó —para bien— el rostro de Cuba. Desde 1959, tras el triunfo del Movimiento 26 de Julio que derribó la dictadura de Batista, la Revolución Cubana instituyó un cambio radical: nacionalizaciones, reforma agraria, redistribución de la riqueza, desarrollo educativo y en el ámbito de la salud…
Ese compromiso se expresó en logros sociales notables: con la Campaña Nacional de Alfabetización, Cuba logró erradicar el analfabetismo en tiempo récord, convirtiéndose en territorio libre de analfabetismo en 1961. En la educación, se edificaron miles de aulas, se formaron miles de maestros voluntarios y se garantizó acceso gratuito y universal, incluso se crearon programas propios como “Yo sí puedo”, que se pusieron a disposición del mundo para erradicar el analfabetismo. En salud, Cuba alcanzó indicadores comparables a los de países desarrollados: esperanza de vida alta, mortalidad infantil baja y erradicación de la transmisión materno-infantil del VIH y sífilis, por citar sólo algunos ejemplos.
Cada uno de estos avances sigue vivo en el imaginario colectivo. No solo como logros técnicos, sino como símbolos de dignidad, igualdad y soberanía.
Los primeros actos e imágenes, que nos llegan desde la pequeña isla que resiste al bloqueo imperialista, sobre el centenario de Fidel, capturan esa emoción íntima e histórica. Desde aquí, podemos palpar cómo en cada rincón de Cuba se celebra a Fidel. No como monumento frío, sino como semilla: en la escuela que enseña su historia, en el barrio que comparte sus ideales, en el debate que lo incluye. Esa memoria colectiva, plural y cadenciosa, brota hoy en Cuba con fuerza, para recordar que no es posible entender el presente sin su sombra luminosa.
Así, con gratitud, añoranza y esperanza, tomamos este centenario como espacio para redescubrir un legado que sigue habitando el corazón de un pueblo que, con todas sus cicatrices, conserva viva su llama. Escribí sobre Fidel para un libro de un amigo: “su luz en el sentido estrecho y el más amplio… nos entregó las herramientas para comprender las injusticias de este mundo y luchar por transformarlo”. Esa luz sigue encendida.
En el año del centenario de Fidel Castro, el investigador, profesor de historia y militante cubano, Hassan Pérez Casabona, nos invita a reflexionar sobre la vida, el pensamiento y el legado del líder histórico de la Revolución Cubana. Desde su experiencia personal y su profundo conocimiento, Hassan recorre los hitos que marcaron a Fidel como un hombre de acción, ideas y coherencia. Un testimonio que nos recuerda que Fidel sigue siendo presente y futuro para quienes luchan por la justicia y la dignidad de los pueblos. Comparto el vídeo: