El blog de Ismael Sánchez, donde informarte sobre su actividad y declaraciones

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Torreblanca: el barrio que resiste, el barrio que late

28 Oct, 2025 | Noticias, Reflexiones

Torreblanca es uno de esos lugares de Sevilla que demasiadas veces se mencionan con prejuicio y demasiado pocas con orgullo. Se ha construido un relato injusto que presenta al barrio solo desde sus carencias, desde los titulares que buscan el morbo o el conflicto. Pero quien pisa sus calles con respeto y con ganas de escuchar descubre otra realidad: la de un barrio vivo, solidario, con una identidad forjada en la dignidad y en la lucha colectiva. Torreblanca no es un problema de la ciudad, es parte de su alma obrera y popular.

Porque en Torreblanca hay una historia que no se cuenta, o que no interesa contar. Una historia de hombres y mujeres que se organizaron para conquistar derechos, que pelearon por tener colegios, centros de salud, parques o transporte público. Vecinas que se dejaron la piel por sacar adelante asociaciones, colectivos culturales o entidades vecinales que siguen siendo ejemplo de compromiso. Jóvenes que, frente a las dificultades, apuestan por la educación, por el deporte, por la cultura. Esa Sevilla combativa y solidaria que tanto admiramos, también se llama Torreblanca.

Un ejemplo de ello es la Asociación de Mujeres La Unidad, una de las muchas entidades del barrio. Mujeres trabajadoras, solidarias, que llevan décadas sosteniendo proyectos de apoyo mutuo, de igualdad y de participación. Mujeres que han luchado por los derechos de todas, por la mejora del barrio, por mantener viva la memoria colectiva y por abrir caminos a las nuevas generaciones. Ellas representan el espíritu más noble de Torreblanca: el de no rendirse nunca, el de cuidar al vecindario y convertir la dificultad en fuerza compartida.

El estigma social ha sido, y sigue siendo, una de las formas más crueles de desigualdad. Cuando se señala un barrio desde la distancia, sin conocer su gente, se le condena dos veces: primero por la falta de recursos, y después por la falta de respeto. Pero los estigmas se rompen con hechos, y en Torreblanca sobran ejemplos de organización y esperanza. Desde los proyectos educativos y culturales que nacen en las asociaciones hasta la implicación de vecinos y vecinas que nunca se resignan a que les digan que su barrio “no tiene arreglo”.

Torreblanca enseña cada día que la solidaridad no es un discurso, sino una forma de vida. En las redes de apoyo mutuo, en la implicación de las parroquias, en las fiestas del barrio o en los equipos deportivos donde conviven generaciones. Hay una Sevilla que mira a Torreblanca desde arriba, pero hay otra Sevilla —más humana, más consciente— que mira con admiración el ejemplo de quienes, pese a todo, siguen tendiendo la mano y cuidando a los suyos.

Como concejal, cada vez que visito Torreblanca salgo con una mezcla de orgullo y de responsabilidad. Orgullo por ver la fuerza de su gente, por escuchar a vecinos y vecinas que no se rinden. Responsabilidad porque la ciudad tiene una deuda con este barrio: invertir más, cuidar más, estar más presentes. No se trata de asistencialismo ni de discursos vacíos, sino de justicia social. Torreblanca merece políticas públicas que reconozcan su potencial, no solo que atiendan sus carencias.

Por eso, hablar bien de Torreblanca no es un gesto de cortesía: es un acto de verdad. Es reivindicar a un barrio que resiste con alegría, que se levanta cada día frente a la desigualdad y que mantiene vivo lo mejor de nuestra ciudad: la solidaridad, la dignidad y el orgullo de clase. Torreblanca no necesita que la miren con lástima. Necesita que la reconozcan como lo que es: un ejemplo de lucha, de comunidad y de esperanza para toda Sevilla.