La reciente investidura de Nicolás Maduro como presidente electo representa un paso más en la consolidación del proceso revolucionario iniciado por Hugo Chávez. A pesar de las incesantes agresiones económicas, mediáticas y políticas por parte de sectores internacionales, el pueblo venezolano ha demostrado una vez más su capacidad de resistencia frente a las adversidades. Sin embargo, las elecciones a gobernadores y alcaldes del próximo 25 de mayo se presentan como un momento crucial para avanzar en la profundización del proyecto bolivariano y enfrentar los desafíos estructurales que aún persisten.
La política en Venezuela continúa siendo un complejo tablero donde se enfrentan el pueblo revolucionario organizado y una oposición dividida, desgastada y, para muchos, en estado de evidente fracaso.
La revolución en contexto: logros y desafíos
El proceso bolivariano ha significado una transformación profunda en el acceso a derechos fundamentales para las mayorías históricamente excluidas. Programas sociales como las misiones de salud, educación, vivienda y alimentación han sido un soporte vital para el pueblo, especialmente en momentos de crisis global. Sin embargo, el bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos y sus aliados, así como la guerra económica interna, han afectado gravemente la capacidad del Estado para mantener y expandir estos logros.
A pesar de estas limitaciones, la Revolución ha demostrado una enorme capacidad de adaptación. El gobierno de Nicolás Maduro ha impulsado medidas de reestructuración económica, cooperación internacional con países aliados y mecanismos de resistencia comunitaria que han permitido mantener la estabilidad política y social. La conciencia organizativa del pueblo, encarnada en los consejos comunales y las comunas, sigue siendo un motor esencial de la revolución.
No obstante, no se puede ignorar que aún existen retos importantes. Resolver contradicciones internas es imprescindible para consolidar la soberanía del proceso y fortalecer la confianza del pueblo en sus instituciones revolucionarias.
Pese a todo, Maduro ha demostrado su capacidad para sortear tanto los embates externos como las presiones internas, fortaleciendo las instituciones del Estado, incluidas las Fuerzas Armadas, el sistema judicial y el Consejo Nacional Electoral.
Una oposición desacreditada y al servicio de intereses extranjeros
La oposición venezolana ha sido, en gran medida, una extensión de los intereses neoliberales y del imperialismo norteamericano. Desde la autoproclamación absurda de Juan Guaidó hasta las constantes divisiones internas, la derecha venezolana ha demostrado su desconexión con las necesidades reales del pueblo. Las estrategias de boicot económico y sabotaje institucional solo han agravado la crisis, afectando principalmente a las clases populares.
Los sectores opositores han sido incapaces de presentar un proyecto político autónomo, más allá de la obediencia a los dictados de Washington. Su única apuesta ha sido la intervención extranjera y el colapso del país como vía para intentar derrocar al gobierno legítimo. Sin embargo, el pueblo venezolano ha rechazado contundentemente estas políticas, defendiendo su autodeterminación a pesar del sufrimiento generado por las sanciones.
Hoy en día, la oposición atraviesa un momento de descrédito profundo. El fracaso de sus intentonas golpistas y sus promesas vacías han generado una fractura en su base social. Muchos de sus líderes están desacreditados incluso entre sus propios seguidores, y el retorno a la vía electoral es visto con escepticismo tanto dentro como fuera de sus filas.
Si algo ha quedado claro en la política venezolana de los últimos años es la incapacidad de la oposición para presentar un frente unido, coherente y efectivo, la oposición ha caído en una profunda crisis de liderazgo y credibilidad. Las promesas de cambio y de una transición política rápida quedaron en el olvido, lo que ha generado una enorme desilusión en la parte de la población que había depositado su esperanza en ese proyecto.
Además de las constantes divisiones internas, los enfrentamientos entre diferentes corrientes opositoras y la falta de una hoja de ruta clara han debilitado aún más su capacidad de acción. Muchos líderes opositores han caído en la pugna por el protagonismo, lo que ha llevado a repetidos fracasos en elecciones pasadas.
Elecciones del 25 de mayo: profundizar la revolución desde el territorio
Las elecciones a gobernadores y alcaldes del próximo 25 de mayo representan una oportunidad para profundizar la revolución desde los territorios. Los gobiernos regionales y municipales son piezas clave en la construcción del poder popular, y en estos comicios el chavismo tiene el reto de movilizar a sus bases, aumentar el entusiasmo popular y reforzar los espacios de participación directa.
Para ello, es fundamental no solo garantizar la victoria en las urnas, sino también impulsar un proceso de renovación política que priorice la gestión eficiente, la transparencia y el compromiso revolucionario. Los candidatos y candidatas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y otras fuerzas aliadas que conforman el Gran Polo Patriótico deben estar a la altura de las expectativas del pueblo, enfocándose en resolver los problemas más urgentes, como la recuperación económica, la mejora de los servicios públicos y el fortalecimiento de las estructuras comunales.
Al mismo tiempo, es crucial que estas elecciones sirvan para desmontar las campañas de desinformación impulsadas desde el exterior. La comunidad internacional debe ser testigo de un proceso electoral transparente, donde el pueblo ejerza libremente su derecho al voto, desafiando las narrativas que buscan presentar a Venezuela como un «Estado fallido», una imagen de estabilidad y normalidad democrática.
El camino hacia la soberanía plena
La Revolución Bolivariana sigue siendo un ejemplo de dignidad y resistencia en América Latina y el mundo. En un contexto global marcado por el avance del neofascismo y el imperialismo, Venezuela se ha mantenido firme en la defensa de su soberanía, su modelo de justicia social y su compromiso con la integración regional.
No obstante, el proceso revolucionario debe enfrentar con valentía sus propias contradicciones, el chavismo podrá seguir siendo la alternativa viable para las grandes mayorías si así se hace, y las elecciones del 25 de mayo son un nuevo capítulo en esta larga lucha. El pueblo venezolano tiene la oportunidad de reafirmar su compromiso con el proyecto revolucionario, eligiendo a quienes mejor representan sus intereses y fortaleciendo las estructuras de poder popular. Venezuela avanza, con dificultades, pero con la convicción firme de que otro mundo es posible.