Atardeceres desde la habitación 215
Han sido 14 días durísimos en los que la idea de rendirse no cabía. Mucho se habla de la importancia de la sanidad pública pero cuando uno no se ve en una situación límite es capaz de valorar mucho más la necesidad de este derecho para la mayoría social, para la clase trabajadora, para aquellas personas que, como yo y mi familia, jamás podrían hacer frente al coste de una operación y hospitalización larga.
Desde el martes 13 de junio de 2023 y hasta el 26 del mismo mes y año me han realizado más de una treintena de pruebas, una operación quirúrgica de 5 horas, alimentado por vía, por catéter, de forma natural, medicado, vestido… en un hospital público.
Decenas de sanitarios y personal de servicio han realizado tareas médicas, de enfermería, de atención, de cuidado, limpieza, durante las 24 horas del día en el ala de cirugía digestiva donde he estado ingresado.
Nuestro sistema sanitario público funciona gracias a sus profesionales y pese a los gobernantes.
Y no debe ser fácil. En estos días he comprobado como falta personal sanitario de todo tipo, como han privatizado servicios tan esenciales en un hospital como el de la limpieza o el mantenimiento; empresas en busca del beneficio mantienen a trabajadoras en condiciones laborales y salariales que dejan mucho que desear pese al servicio tan esencial que realizan.
También he constatado como un centro de 40 años se deteriora y ni hay inversiones ni se las esperan por parte de la Junta de Andalucía.
La sanidad pública andaluza, desde un análisis objetivo, está en decadencia pese a las fotos, anuncios y titulares de prensa del presidente de la Junta y la consejera de salud. Como dice el refranero popular, hechos son amores y no buenas razones.